Presentación

Narrar la experiencia no trata solamente de una forma o un estilo discursivo. Trata fundamentalmente de las condiciones culturales y políticas de su producción, señala la pensadora argentina Beatriz Sarlo. En Moxviquil hemos tenido en mente estas condiciones que circundan el encuentro en nuestra comunidad de aprendizaje, con el fin de incentivar la reflexión crítica a partir del relato personal.

Esta segunda entrega de la revista J’et be’ que tenemos el agrado de presentar va por esa línea. En los trabajos que componen este número las y los lectores encontrarán breves pero concisos trazos de narrativas personales que se enfrentan al desafío de trasladar lo vivido a la palabra escrita, con el fin de comunicar sus sentires, sus ideas y sus reflexiones.

No es una tarea sencilla si se considera que la práctica de la escritura ha estado histórica y corporalmente asociada a formas punitivas que la hacen ver como una imposición antes que como un acto liberador o de comunicabilidad, como plantea Jonatan Rodas en el primero de estos trabajos. De allí el valor de estos textos, que traen consigo el esfuerzo por revertir y subvertir las creencias habituales que dictan que narrar la experiencia no puede ser tomada como sinónimo de “producción de conocimiento”. Porque esta última es situada en otra parte: fuera de nuestros cuerpos, de nuestros nervios, de nuestros corazones y acaso solo como muestra de la posesión de un cerebro o una inteligencia extraordinarios.

Es necesario, siguiendo lo dicho por Sarlo, que veamos el relato de la experiencia no solo como una forma de ampliación del conocimiento sino como lecturas que promuevan y sostengan la acción.

Esa sensación de moverse, de querer conocer es la que queda al leer el vivido relato de Lucía Gómez Luna quien de manera poética nos adentra en los detalles de su pueblo de origen, Tenejapa. Al leer una crónica o un estudio de este municipio de los Altos de Chiapas podremos quedar satisfechos de saber algo más sobre una parte de esta compleja región, pero leyendo a Lucía queda, más bien, la inquietud de ir, caminar por los bosques y caerse en el lodo. Tal vez sea esta una lectura a contrapelo de los grandes marcos explicativos, como lo plantea Jonatan Rodas en su propio texto.

En otro relato, Patricia Linares nos acerca a un aspecto más bien pedagógico situado al interior de las aulas, pero con un alto componente lúdico: la elaboración de memes. Es una apuesta inquietante para los procesos de enseñanza-aprendizaje si consideramos, según nos propone la autora, a entrar un camino “constante y excitante” frente a los aparatos burocráticos más enfocados en rendir cuentas del mejoramiento de las competencias de quienes participan en los procesos formativos, los estudiantes.

Otro texto, más testimonial y hasta cierto punto divulgativo, nos presenta el joven de origen alemán Bela Logemann quien participó en diversas actividades del área de educación y comunicación ambiental de Moxviquil. Es esta participación el motivo de sus reflexiones a través de las cuales vemos a un joven que se entusiasma, se cansa, se pregunta, sobre las tareas del trabajo con comunitario con la tierra. Su emoción lo lleva a cometer una imprudencia necesaria: advertir a quienes pretenden hacer un voluntariado en San Cristóbal de las Casas de que Moxviquil es una “¡decisión correcta!”. ¿No es esto acaso muestra del potencial de la narrativa para promover la acción?

El número termina con un recurso audiovisual en el que el equipo de la revista se encuentra con Rocío Jaramillo, coordinadora del programa de maestría en Sexología y Acompañamiento de grupos. Porque no todo es letra. También se encuentra el relato oral desde el cual es posible comunicar conocimientos y formas de ver y entender el mundo. Es lo que hace Rocío a propósito del programa, sobre el que cuenta sus propósitos, sus líneas de trabajo y el rumbo que toman las reflexiones alrededor de la sexualidad humana en dicho programa.

Con estos valiosos aportes, esperamos seguir incentivando el interés de nuestra comunidad de aprendizaje por compartir sus propias experiencias y saberes. ¡Que los disfruten!